¿Quién dijo alergia? ll

Lo prometido es deuda. Seguimos con el tema de las alergias pensando: ¿cómo
estamos llevando la primavera? La estación del año más bella, con la vida
manifestándose en todo su esplendor, también es la que más afecta a las
personas alérgicas al polen, a los animales e incluso a la luz solar. Tristemente,
algunos preferirían seguir en el letargo invernal. Muy injusto, claro.


Igual de latosas son las alergias que nos obligan a renunciar a ciertos
alimentos. Muchos conocemos a personas alérgicas a las almendras o a los
cacahuetes, a los frutos rojos, al marisco… ¡¡al chocolate!! Una verdadera
desgracia ante la cual la intolerancia a la lactosa nos parece casi, casi, un mal
menor.


Además de privarnos de sabores y placeres gastronómicos, las alergias se
extienden a otros sentidos como el olfato o el tacto. En el sencillo acto de
respirar dejamos que penetren en el organismo excelentes aromas de
perfumes, de aceites esenciales, el inconfundible olor a hierba recién cortada o
a brea marina… pues, efectivamente, podemos ser alérgicos a estas
fragancias. Los tejidos, tanto naturales como la lana como sintéticos como el
nylon, pueden alterar nuestra epidermis, ya sea por su composición o porque
acumulan ácaros que no afectan al común de los mortales, pero sí a las
personas alérgicas. Los dermatólogos no lo tienen fácil a la hora de dar una
solución a sus pacientes.


En relación con estas alergias sensoriales, en close opinamos que una de las
más tristes es la alergia a los animales. Precisamente a plumíferos, perros o
gatos, esos animales de compañía que tanto cariño y compañía, valga la
redundancia, pueden aportar, y con los que el ser humano establece vínculos
afectivos y comunicación real.


Tal vez nos hemos puesto un poquito pesimistas y es que alergia y primavera
no deberían ir nunca de la mano. Como tampoco alergia y amor. Hemos leído
una noticia en la que una joven italiana resultó ser alérgica a su novio.
Esperamos, sinceramente, que no lo fuera a su persona sino al detergente de
su ropa o algo similar. Pero ¿y si fuera una alergia de origen psicológico? Con
esa pregunta nos despedimos prometiendo hablar de ello en el próximo post.
¡Feliz y antialérgica primavera!