Los tatuajes son una forma de arte que, empleando una aguja y tinta, crea diseños permanentes en la piel del cuerpo humano. Los tradicionales utilizan instrumentos de hueso o madera con una aguja del mismo material unida a la punta que, toque a toque, sigue las líneas del dibujo haciendo que la tinta penetre en la dermis. Esta técnica, conocida como handpoke, sigue siendo usada por algunos tatuadores, pero, con los avances tecnológicos, los artistas apuestan por modernas máquinas de tatuaje.
A lo largo de la historia, en diferentes partes del mundo, el tatuaje ha conjugado lo cultural con lo estético. Dibujos o palabras encierran significados simbólicos, religiosos, tribales… reflejando la identidad, historia o creencias de una persona. Por ejemplo, en la cultura maorí de Nueva Zelanda, los tatuajes faciales conocidos como «moko» representan la pertenencia del individuo al grupo. En Japón, se llaman «irezumi» los tatuajes de los miembros de la mafia yakuza. Todos asociamos el tatuaje de corazones, puñales, nombres de mujer y frases lapidarias como Amor de madre con los marineros o con individuos de los bajos fondos fuera o dentro de presidio. Muchos de esos tatuajes contienen información, fechas, lugares, claves que solo comprenden los iniciados en esa forma de comunicación. Pero los tatuajes tienen también una cara más luminosa como los terapéuticos que se emplean en medicina restaurativa o los cosméticos que han venido a sustituir incluso alguna operación estética: micropigmentación en lugar de un aumento de labios, por ejemplo.
Después de haber caído un tiempo en desuso en las sociedades modernas, el tatoo vive una edad de oro entre los jóvenes (o no tan jóvenes). En la música, el cine y la moda, la tinta ha comenzado a protagonizar el look de los famosos. Consecuentemente proliferan establecimientos dedicados a este arte ancestral y ya son tan habituales como peluquerías o barberías. Algunos personajes icónicos de películas están marcados con tatuajes convertidos en símbolos reconocibles en la cultura popular: En ‘La noche del cazador’, de Charles Laughton, Robert Mitchum da vida a un falso predicador que lleva las palabras ‘Love’ y ‘Hate’ tatuadas en los dedos, en ‘Memento’, de Christopher Nolan, el protagonista trata de combatir su amnesia tatuando en su piel pistas del asesinato de su mujer y en ‘El hombre ilustrado’, de Jack Smight, el cuerpo completamente tatuado de un vagabundo sirve como hilo para contar 18 cuentos de Ray Bradbury.
Los tatuajes siguen siendo una parte importante de la cultura contemporánea, donde se utilizan para expresar la individualidad y la creatividad. Nos guste o no seguimos contando con ellos porque siguen contando y recordando historias, comunicando. Y la comunicación, en todas sus formas, es lo que siempre nos motiva en close. Feliz y memorable mes de marzo.