Cumpleaños ¿feliz?


De un tiempo a esta parte, si eres usuario de redes sociales o tienes un teléfono móvil de última generación, debes estar habituado a recibir mensajes con recordatorios de las fechas del aniversario de tus seres queridos y amigos, incluso de los tuyos propios. Para felicitarles, las mismas redes e incontables sitios web disponen de cientos de miles de emoticonos, gif animados, posters…, etc. con imágenes de colorinchis, efectos chisposos y otras maravillas electrónicas para mandar raudales de buenos deseos en un solo click. Pienso en todo esto porque, en conversación con una amiga, hemos ido a parar a un tema común: ¿de verdad nos hace felices cumplir años? “Parece una obligación tener que celebrarlo o estar alegre”, comenta mi amiga un tanto molesta.

Claro, atendiendo al significado inmediato un cumpleaños equivale a reconocer que hemos envejecido 365 días (366 los bisiestos). Ni más ni menos. Puede que alguien, avispado conocedor de los resortes de la filosofía positiva, corte de raíz nuestra hiperrealista y amarga reflexión con una de esas frases guays tan de moda: cumplir años es obligatorio, pero hacerse viejo es opcional. El buen rollo siempre tiene una de esas frases para levantarnos el ánimo… y algunas veces la camisa ya que tratan de convencernos de algo que no vemos claro. Poniéndonos menos sarcásticas es indudable que cumplir años implica ganar en experiencia, en autoconocimiento, acumular vivencias, conocer gente y lugares, sumar fuerza con cada escollo superado… Sin embargo, y en mismo orden de cosas, también significa perder seres queridos, despedirnos de personas y aspectos de nuestra vida que quedan atrás para siempre, asumir el deterioro físico, la pérdida de facultades (la memoria, la capacidad de aprendizaje…).

Los cumpleaños se celebran desde la noche de los tiempos y es costumbre en muchísimas culturas homenajear al cumplidor con una comida o con presentes. Hay también algo de mágico en el hecho de cumplir años: la prueba más clara de ello son las velas en las tartas, normalmente dispuestas en círculo, para la protección y guía del homenajeado. También el día de nuestro nacimiento se relaciona con los astros, con el horóscopo. Señalar esa fecha como un hito en nuestras vidas tiene que ver con renacer, con transformarse, con el destino. Pensemos también en los rituales que, basándose sumar años, marcan momentos cruciales en vida de los individuos: la mayoría de edad, la celebración de los quince años de las muchachas en algunos países y todas las fiestas que tienen que ver con la transición a la edad adulta. Otros aniversarios como los de boda o los que festejan el tiempo de permanencia en un empleo ha comenzado a pasar de moda… por razones obvias. Históricamente, celebrar los cumpleaños se considera un ritual pagano, y no todas las tradiciones lo admiten, aunque el cristianismo lo adoptó para celebrar la Natividad de Jesús.

La conversación con mi amiga acabó en risas comentando la inútil, aunque habitual, costumbre de algunas mujeres de ocultar los años o falsearlos. Muchas son las que creen que el paso de años solo favorece a los vinos, y no siempre. En verdad, lo mejor que podemos hacer es no escondernos del tiempo y aprovechar cada cumpleaños para dar gracias por lo vivido y por lo que nos queda por vivir.