El valor de un animal de compañía


Dedicado a Duk, magnífico ser vivo que nos acompañó y que, casualmente, era un animal.

 

¿Tienes o has tenido alguna vez un animal de compañía? Entonces este post es para ti y también, por qué no, para los que no lo han tenido. Tal vez leyéndolo entiendan un poquito mejor ese vínculo especial que une a algunas personas con sus mascotas.

Antes de seguir, un comentario sobre el término “mascota”. Proviene del francés mascotte, y uno de sus significados es el de amuleto. Históricamente eran figuras de animalillos que daban buena suerte a su poseedor. Los animales de compañía indudablemente aportan, como veréis aquí, muchas cosas buenas a los humanos. Pero uno de los sentidos del término me desagrada mucho: el que considera que los animales que el hombre tiene casa, (en su domus, es decir, los animales que ha domesticado), han de servir para su diversión. Jugar con tu mascota puede ser una de las cosas más divertidas del mundo; pero ¡ojo! si algo tienen claro quienes respetan a sus animales de compañía es que no son juguetes.

Creo que las mascotas son nuestro espejo en positivo. Su animalidad se corresponde con lo mejor de nuestra humanidad. Ellas aportan amor incondicional y alegría a nuestras vidas. Son nuestros confidentes fieles, su bondad y paciencia resultan innatas y desinteresadas. Claro está que les damos comida y cuidados, pero pocos animales abandonan a “su humano” aunque la comida escasee. Nosotros somos, desafortunadamente, los que les abandonamos cuando nos cansamos de ellos si solo los quisimos por moda o excentricidad. Ser sus dueños no es poseerlos: es responsabilizarnos. Respetemos su dignidad y no subestimemos sus capacidades.

Muchos estudios demuestran los beneficios que los animales de compañía tienen sobre la salud mental de las personas. Acariciar o tener cerca un animal doméstico, hace que nuestros cuerpos liberen oxitocina, hormona de efecto calmante para el cerebro, que reduce el estrés y la ansiedad. Comprobadlo: pasar tiempo con los animales, libera hormonas que nos hacen sentir bien. Tanto como la serotonina y la dopamina. Totalmente en serio.

Como sabéis, en Close apreciamos enormemente los valores de la comunicación. De todo tipo. Creed que la comunicación no verbal tiene en los animales, domésticos o salvajes, un campo enorme de saber e investigación. Seguro que habéis oído la expresión “parece que habla” referida a un animalito. No lo parece. Se comunican entre ellos y, si sabemos escuchar, nos hablan a nosotros.

Repito: los animales de compañía son nuestro espejo. Incluso se dice que, cuando alguien tiene una mascota durante tiempo, dueño y animal acaban pareciéndose. Puede ser que nos mimeticemos mutuamente, ni más ni menos de lo que sucede con las parejas o los grupos de amigos que acabamos pareciéndonos en algún aspecto.

Como criaturas de este planeta, los animales, incluso los domesticados, nos pueden acercar a la naturaleza y a nuestra naturaleza. Son un plus para los humanos que nos aporta motivación, alegría, bienestar en nuestra cotidianidad… y, sobre todo: auténtica, desinteresada y valiosísima compañía.