Elecciones, desastres naturales, atentados, conflictos internacionales, avances científicos, pandemias… grandes acontecimientos en la Historia de la Humanidad. Todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de eventos de gran relevancia social, política, económica o cultural que acaparan la atención del público y de los medios. La forma como los individuos han podido lanzar y recibir esas noticias de alcance mundial siempre ha estado ligada a los medios de comunicación. Desde los primeros grabados o pinturas en piedras y paredes hasta los correos a caballo, de los pregones, bandos y periódicos hasta el telégrafo y el teléfono seguidos por la radio y la televisión para acabar hoy en internet y los medios online.
Aunque sea una vieja cuestión debemos repensar una y otra vez la frase del filósofo y sociólogo Marshall McLuhan: el medio es el mensaje. Ya nadie duda que los medios de comunicación no solo transmiten información, sino que también influyen en nuestra forma de pensar y sentir. Si eso era cierto hace décadas, ¿qué sucederá ahora con el imperio de la imagen, internet, las redes sociales, etc.? McLuhan también dijo que somos lo que vemos, y además formamos nuestras herramientas y luego estas nos forman. Todo resulta muy inquietante cuando nuestra dependencia con los canales tecnológicos de comunicación es cada vez mayor y más intensa. Somos dependientes en lo particular porque, por ejemplo, ¿quién no ha observado a personas que en conciertos, actos públicos, visitas turísticas o eventos sociales como una boda o un cumpleaños pasan la mayor parte del tiempo tomando fotografías o grabando vídeos? Su experiencia queda sesgada por el objetivo de su cámara de forma casi hipnótica y sus sentidos reducidos a una visión parcial del hecho.
Y somos dependientes en lo general porque cuando estalla una noticia de gran alcance estamos muy supeditados al formato a través del que conocemos el contenido. Recordemos la pandemia mundial del COVID-19: Los medios de comunicación proporcionaron información sobre el virus, las medidas preventivas, las vacunas. En general, hubo un esfuerzo en presentar datos confiables, evitar el alarmismo y promover la responsabilidad social. Desgraciadamente, también hubo bulos, desinformación, fake news, personas, partidos políticos, grupos de opinión que manipulaban información sensible. Según el medio en el que te informes, así será tu realidad.
Lo cierto es que es evidente que para informarnos necesitamos un vehículo, un medio, pero ello no nos obliga a ser esclavos de sensacionalismos, falta de verificación, estereotipos, prejuicios, falta de respeto y de sensibilidad. Hoy tenemos muchas noticias relevantes en nuestro presente, una cantidad abrumadora. Los conflictos bélicos son una de las más críticas. Pensemos ahora cuántos podríamos enumerar. Casi seguro que hablaríamos del conflicto Ucrania-Rusia o de Palestina-Israel. Pero hay más de sesenta guerras en el mundo con casi cien en países involucrados. También es cierto que, con la reducción de horas de clase de materias humanísticas, los más jóvenes no aprenden a desarrollar el pensamiento crítico, una herramienta fundamental para afrontar el mundo. Sin duda, los medios logran que informativamente haya contenidos que prevalezcan sobre otros. Pero estos son temas que, obviamente, no podemos tratar aquí y ahora.
Aquí y ahora toca concluir este el post. Close seguirá interesada en profundizar en estos temas que esperamos que también despierten vuestra curiosidad. Feliz y bien informado mes de mayo.