El maquillaje: comunicación sin palabras 

El grupo musical Mecano cantaba en los 80: “Sombra aquí, sombra allá. Maquíllate. Maquíllate.” Pasan las décadas y el maquillaje es, sin duda, un modo universal de comunicación. Más allá de resaltar rasgos o disimular imperfecciones, funciona como un código visual que transmite mensajes sobre identidad, estado de ánimo y pertenencia cultural. Un delineador de ojos intenso puede sugerir rebeldía, mientras que una piel apenas retocada transmite naturalidad y transparencia. Como si el rostro maquillado fuera una especie de lienzo social, en el que cada trazo comunica algo más que belleza: comunica intenciones. Los tonos neón, por ejemplo, evocan audacia y experimentación (sin llegar al Joaquin Phoenix del Joker, claro) mientras que la creciente popularidad del maquillaje “sin maquillaje” responde a la búsqueda de autenticidad en tiempos de hiper exposición digital.

La industria, consciente de estas dinámicas, ha encontrado un buen mercado en la diversidad: productos diseñados para todos los géneros, tonos de piel y estilos de vida buscan dar voz a la pluralidad de identidades o a personas vulnerables. En 2017, la marca Fenty Beauty de la cantante Rihanna revolucionó la industria cosmética con una base de maquillaje en 40 tonos distintos, promoviendo inclusión real. En su primer año, generó más de 550 millones de dólares y continúa siendo ejemplo de belleza accesible y diversa. Por su parte, Rare Beauty de Selena Gomez destina parte de sus ventas al Rare Beauty Impact Fund, apoyando la salud mental de jóvenes como parte de su identidad y discurso comunicativo.

Echemos un ojo (maquillado o no) a las redes sociales donde la imagen es carta de presentación, los colores, texturas y técnicas de maquillaje funcionan a todo gas. Incontables tutoriales de maquillaje protagonizados por personas de todas las edades, todos los géneros y todas las culturas, marcas financiando influencers, reels de coreanas mostrando sus rutinas de belleza (las de sus parejas y hasta las de sus mascotas) paso a paso. Incluso vídeos que ridiculizan otros vídeos. Figuras como Johnny Depp (delineado negro característico) y Nick Jonas (uso habitual de corrector) demuestran que el maquillaje trasciende estereotipos y son imitados por miles de seguidores. Nada escapa a la importancia del maquillaje: en una rueda de prensa delicada, el presidente Pedro Sánchez recibió críticas por un contouring mal difuminado que, según expertos, intentaba transmitir, demacrar o potenciar una faceta de vulnerabilidad. Todo un tema.

Pero la relación con el maquillaje también plantea tensiones. Para algunos, sigue siendo un símbolo de presión social estética y de falsas expectativas sobre el aspecto físico. Para otros, es un espacio de libertad creativa y de empoderamiento personal. En definitiva, en la sociedad actual el maquillaje se lee como un lenguaje silencioso pero poderoso. Ya no se trata solo de embellecer, sino de narrar: quiénes somos, cómo nos sentimos y qué queremos expresar en un mundo que cada vez escucha más con la mirada que con las palabras. A falta de escucha, maquillaje.