En su justa medida


Volvemos a la carga con un tema que nos apasiona y, por qué no reconocerlo, nos trae un poquito de cabeza: las redes sociales. Hace poco os hablábamos sobre cómo las redes afectaban nuestro comportamiento y nuestra relación con los demás por culpa del ansiado, odiado, despreciado, ambicionado, pero, sin duda, polémico like.

Las empresas tampoco escapan a ese influjo e invierten miles de euros en sus perfiles, tags, palabras clave que seduzcan a los algoritmos y que les posicionen en los primeros lugares de los buscadores. Van a la «caza» de seguidores y sueñan con la conversión de esos seguidores en clientes.

Pero a veces, demasiadas veces, ese propósito es un arma de doble filo y se vuelve en contra de los propios anunciantes. Los usuarios de internet responden a una serie de estímulos estudiados, pero también se rebelan contra esas estrategias conductivistas y acaban aborreciendo las marcas que les inundan con novedades, mensajes, inputs y avisos de todo tipo. La comunicación más exitosa creemos que no es la más apabullante ni la más insistente.

Sucede que identificamos un banner llamativo, una música comercial o un meme divertido; sin embargo, a la hora de la verdad, ¿cuántas veces no recordamos a qué producto o marca se refería? La táctica de vencer por agotamiento no es infalible. Y en las redes, afortunadamente, cada vez menos.

En Close, como internautas, como usuarios, incluso como anunciantes, nos gusta pensar que estamos a favor de una comunicación moderada, inteligente y oportuna. Ni más ni menos. Y también a favor de que nos leáis en un próximo y mesurado (o no) post.

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